Lloran las flores pétalos secos.
Un niño pierde su enferma infancia
como el reloj pierde los segundos
en un efímero y fugaz eco.
Un tímido y moribundo instante tambalea,
una incrédula idea cae,
golpea a un poeta por la tarde:
se abren los ojos, se cierra el alma.
Poesía emana entre las zarzas,
como de las fervientes olas la espuma;
espera ser recogida.